Educacion y cibertecnologias (Universidad San Martin, april 2005)
Hervé Fischer
Conferencia en la Especialización en Educación, Lenguajes y Medios de la Escuela de Posgrado dictada el 27 de abril de 2005
Hervé Fischer es artista multimedial y filósofo, nacido en
París, y actualmente vive en Montreal (Canadá). Posee un MBA en filosofía
(su maestría trata sobre la filosofía política de Spinoza) y es doctor en
sociología de la Universidad de Quebec, con una tesis sobre la sociología
del color. Fischer es co-fundador y co-presidente de La Ciudad de las
Artes y las Nuevas Tecnologías de Montréal: la exposición Imágenes del
Futuro, el Café Electrónico (1995), la Competencia Internacional de
Animación por Computadora - Imágenes del Futuro (1986) y el Cibermundo
(1995). Ha sido profesor de Sociología de la Cultura en La Sorbonne y en
la Escuela Nacional de Artes Decorativas. Fischer es el fundador del
'arte sociológico'.
Autor de Mythanalyse du futur, libro editado completamente en la Internet
en el 2000, de Le romantisme Numérique, Le Planète Hyper y CiberPrometeo.
Instinto de poder en la edad digital (UNTREF), entre otras obras.
Como tengo la ciudadanía
francesa y canadiense, soy dos veces internacional—y también un poco
argentino, ya que, cuando es posible, me gusta mucho estar aquí. Muchas
gracias por la invitación, es un honor y un placer estar en su
Universidad de San Martín. Voy a intentar compartir con ustedes algunas
ideas que tratan claramente sobre los problemas de la sociedad del
espectáculo, en relación con la educación y la pedagogía, lo cual
constituye una problemática muy compleja. Se podría decir que la
pedagogía siempre—bueno, no siempre pero desde hace ya una generación o
más—se encuentra en una situación de crisis. Esa crisis afecta el nivel
de los alumnos, de los profesores, de los contenidos educativos y también
de las instituciones.
Una crisis que surge de la
necesidad de adaptar la pedagogía a las expectativas de los alumnos de
acuerdo con los cambios acelerados del mundo. Además está esta idea—o,
mejor dicho, la utopía—de que con las nuevas tecnologías, con los nuevos
medios de comunicación se va a solucionar la crisis tradicional de la
pedagogía. Por al contrario, lo que pasa es que se duplica su gravedad.
La crisis tradicional no se soluciona y la nueva pedagogía presenta muchas
dificultades nuevas y mucha incertidumbre.
Quisiera compartir entonces algunas ideas con ustedes, si me
lo permiten. Exploramos hoy un nuevo mundo, una nueva frontera
electrónica, y el paradigma de lo multimedial en la educación. Pero la
verdad histórica es que antes que la invención de la imprenta, hace 550
años, la comunicación social no sólo era multimedial sino multisensorial.
Desde el Renacimiento se desarrolló una reducción, la comunicación es más
pobre, es solamente visual o es privilegiada como visual. En una
sociedad, digamos, arcaica o tribal... la comunicación tal como la
realizo ahora se llevaría a cabo no solamente con la cabeza, sino con
movimientos, con una expresión del cuerpo y, además, faltaría un poco de
música, faltaría la presencia de los niños, etc. Todo eso es lo que
constituye una situación de comunicación colectiva social multisensorial,
plurisensorial.
La idea que, como saben, analizó mucho McLuhan, es que con la
invención del impreso se reduce el aspecto sensorial de la comunicación,
la comunicación tribal, a lo visual, en un proceso de abstracción mental
y conceptual. Es muy importante tener en cuenta el hecho de que la
abstracción permite concentrarse sin moverse, sin mover el cuerpo.
Permite desarrollar una actitud individual y la facultad intelectual
crítica. Gracias a esta nueva aptitud, el racionalismo occidental ha
tenido una fuerza increíble, un poder conceptual, científico y
tecnológico muy grande que ha permitido muchos desarrollos que
disfrutamos hoy. El racionalismo, que se desarrolló con los griegos y de
nuevo después de la alta Edad Media en el siglo XV, es una actitud
artificial única en el ser humano. Es una actitud que privilegia el
concepto, las ideas abstractas. Y eso permite analizar tranquilamente con
un poco más de objetividad los fenómenos de la naturaleza, construir una
lógica de la identidad (A es A, A es diferente de B), un pensamiento
lineal, causal, reduciendo la subjetividad, la fantasía, las emociones.
Permite analizar cada dificultad, tener un razonamiento objetivo en donde
hay claridad. El racionalismo ha sido muy productivo. Privilegia la
claridad y el progreso del pensamiento instrumental, y nos ha otorgado un
poder increíble desde hace quinientos años.
Pero en los años recientes ese racionalismo idealista y
reduccionista ha mostrado más y más sus límites. Ahora tenemos una
situación completamente diferente, que se podría llamar una crisis del
racionalismo, incluyendo una crisis de la ciencia racional. Al mismo
tiempo encontramos una crisis muy fuerte del humanismo, más globalmente
una crisis de la civilización, que se refleja en la crisis de la
pedagogía. Se cuestionan más y más nuestra cosmogonía, nuestros valores,
nuestras estructuras mentales y nuestros modelos y principios
pedagógicos.
Voy a hablar de la pedagogía tradicional, que es una pedagogía
que tiene su base en el cuerpo: la concentración, la inmovilidad, la
inmovilización del cuerpo. Con el texto impreso, con el libro, se propone
calma, una postura especial del cuerpo, su inmovilización, incluyendo el
silencio. Y siempre es difícil tranquilizar a los niños: ellos quieren
moverse. La actitud de la educación tradicional es una actitud
artificial, que necesita un esfuerzo, una autoridad y que permite el
desarrollo del pensamiento abstracto, que es muy valioso. Al contrario
¿hoy qué pasa? Los niños, la nueva generación, nos presentan un
desafío enorme en el campo de la educación, no quieren más libros, no
quieren aceptar la autoridad, ni el ascetismo de la pedagogía
tradicional, quieren aprender sin esfuerzo, quieren aprender como un
juego—lo que se llama lo ´ludo-educativo´—. Y eso significa que ahora
tenemos dos crisis, aquélla de la pedagogía tradicional y la de la que se
podría llamar una ciber-pedagogía, también incierta.
En Canadá fue una obligación política para el gobierno, hace
ya seis o siete años, decidir que todas las escuelas estuvieran
conectadas a Internet. Ese tipo de decisión muy espectacular es lo más
fácil, si tenemos el dinero: 500 millones de dólares en un año para conectar
todas las escuelas; y se hizo... Pero a partir de esa decisión se
presenta un desafío mucho más difícil, que consiste en crear una nueva
pedagogía, incluyendo nuevos contenidos multimedia de alta calidad. Y
también en pensar, formalizar, organizar, pagar la formación de los
profesores, sin olvidar los presupuestos para el mantenimiento de las
herramientas, limpiar regularmente los discos duros, actualizar los
programas, desarrollar una banda ancha de alta velocidad, etc. En
síntesis, el desafío de aprender cómo manejar la educación, la
ciber-educación, de desarrollar comunidades de práctica, plataformas de
intercambio, estándares de compatibilidad, un nivel de calidad,
institucionalizar el reconocimiento académico del esfuerzo de los
profesores que se comprometen en la creación de contenidos multimedia y
dan su tiempo generosamente para lograrlo, etc. Todo es nuevo, y debe
tener éxito en unos años, de acuerdo con el nuevo paradigma de lo
digital: ¡la velocidad en tiempo real! Y siempre con la idea de que a los
niños les gusta mucho más.
Desde el punto de vista de las estructuras mentales, se
valoriza como una nueva virtud muy legítima, muy necesaria el pensamiento
'en arabesco' y se condena el pensamiento lineal. Es también lo que
descubre la nueva ciencia, profundizando la lógica floja, el principio de
lo indeterminado, les leyes del caos, lo que, en fin, se llama la
complejidad. Y en el mismo espíritu, los niños, los jóvenes, cansados de
la escuela tradicional, fascinados por la fantasía de lo multimedial, por
la agitación y el placer de una nueva libertad digital, no quieren seguir
más el pensamiento lineal, quieren ir con la arborescencia de todos los
vínculos, los links que se presentan. Les gusta la aventura
en todo. Lo que me parece muy bien, más creativo, pero mucho mas
difícil de manejar.
Les voy a contar una experiencia que hice yo en Montreal, en
1996, en el Centro de Artes y Nuevas Tecnologías que inicié en 1986. Con
el apellido de El Cibermundo, inicié una experiencia piloto de ciber-pedagogía.
Fue una iniciativa muy pionera en el campo. Teníamos cuarenta
computadoras (en ese tiempo más con cd-rom que con Internet) para el
desarrollo pedagógico y además para controlarlo. Por cada computadora
había tres niños. El profesor utilizaba una pantalla grande para dirigir
el proceso y en cada pantalla se podía ver todo lo que había que hacer
para seguir sus comentarios. Los niños no se limitaban a las
instrucciones y comenzaron a ir de un lado al otro con el mouse, a
iniciar íconos y mover todo lo que se podía mover, sin seguir nada de lo
que decía el profesor, que era muy lineal; él negaba la arborescencia.
Porque la arborescencia no permite desenvolver una pedagogía. Si en este
momento yo fuera a hablar de todo, ustedes se irían, porque se necesita
seguir algo con una coherencia. Éste era un profesor con experiencia, con
autoridad, y utilizaba el valor que agrega el uso de multimedia a la
pedagogía tradicional. Pero de hecho no es un valor que se agrega, es un
valor que niega la pedagogía tradicional. Después de 4 o 5 minutos todas
las pantallas estaban bloqueadas. Tuvimos que ir a hablar a cada uno de
los chicos para decirle que se calme, que se quede tranquilo para
'resetear' cada computadora y después intentar continuar. Continuamos un
minuto y de nuevo lo mismo.
Es una experiencia que yo hice hace ya más de diez años y que
me enseñó que es imposible poner en efecto esa pedagogía de la manera
tradicional. Se trata de otro mundo, del mundo de los media, de
las pantallas, de lo digital. Además necesitaba tener un animador por
cada computadora para que controlara que los niños no usaran las
posibilidades de las computadoras—seguir la arborescencia, saltar de una
cosa a la otra sin seguir ninguna coherencia o autoridad—. La computadora
simboliza para los niños el juego, pero ¿cómo se puede limitar la
pedagogía a un juego? Y además costó mucho la experiencia, es imposible
en una escuela tener un animador por cada computadora. Además el animador
tendría que actuar como un policía. Volvemos de nuevo a la idea de la
autoridad. Tenemos que decirlo claramente: no es posible hacer una
pedagogía sin autoridad, de una manera u otra.
Enseñar es otra cosa que explotar lo ludo-educativo: puedo dar
al niño un cd-rom o una dirección de sitio web para que cuando regrese a
su casa pueda familiarizarse con la geografía, con la historia de
Argentina, etc. Valen mucho los juegos sobre la historia de Argentina,
sobre las ciencias naturales, también juegos de matemática, de
inteligencia o de estrategia, pues desarrollan la atención, la memoria,
la capacidad de análisis, la observación, etc. Pero se necesitan nuevos
métodos pedagógicos, contenidos de alta calidad que no reemplazan a la
pedagogía tradicional. Tampoco se pueden utilizar ambos simultáneamente.
Se presentan más bien como dos actividades complementarias. Hay mucho que
se puede hacer de una manera muy agradable como un entretenimiento y a
los chicos les gusta y aprenden. De verdad aprenden. Pero es una
inversión importante en dinero, búsqueda, experimentación, etc. Y, de
todas maneras, no se debe negar que una buena pedagogía necesita
esfuerzo, tiempo, perseverancia, y no solamente una herramienta, aunque
sea digital: ¡necesitamos profesores! No solamente programas, algoritmos,
cyberborgs, sino ¡personas humanas con intercambio
inter-subjetivo! Nunca se podrá negar que la educación necesita un/a
maestro/a, una relación individual y apoyo psicológico que no se
concretan en interfaces digitales.
Encontramos un 'choque digital', pedagógico, cultural, de
valores. Y tenemos que aprender a adaptarnos a esos nuevos procesos
pedagógicos. No es porque tenga una experiencia de cuarenta años como
profesor, y porque estoy capacitado, que no tengo miedo cuando veo que
los niños controlan mucho más el mouse y los programas y son mucho
más rápidos que yo. Es un problema de choque digital en el sentido de
choque del futuro. El problema generacional, además de las crisis que yo
mencionaba, es un aspecto muy decisivo. Se podría decir que están los
ingenuos en el mundo digital, los nativos y los inmigrantes. Yo soy un
inmigrante a ese mundo. Los niños son nativos y son mucho más hábiles y
rápidos para usar todas las posibilidades del software o de una
computadora. Los inmigrantes nos iniciamos lentamente y tenemos un
problema de adaptación a la computadora. Al contrario, podríamos subrayar
que ¡para ellos, para los niños, es un problema de adaptación al libro!
¿Cuántas horas pasan los niños—y cuando hablo de los niños me refiero
también a estudiantes de 20 años—con una computadora? En los
juegos de red o en todo tipo de actividades… de chat, de
'ciber-amor', de negocios de no sé qué..., de todo… ¿Cuántas horas pasan
por semana espontáneamente con libros y cuántos libros leen en un
año? Es terrible la verdad, las cifras que tenemos son terribles.
Estamos en una crisis considerable.
Estamos en la era digital, del espectáculo, de la pantalla, de
la televidencia. Y al mismo tiempo, este mundo de pantallas es un mundo
de entretenimiento, de consumo, de aceleración del tiempo, de afirmación
de otros valores. Lo que provoca una confrontación entre generaciones, y
una desadaptación de nosotros. Una desadaptación de las generaciones; es
el choque del pasado para las nuevas generaciones y es el choque del
futuro para las anteriores. Yo tengo hijos que me impulsaron a pagar
bastante dinero, hace treinta años, con el fin de comprar una de las
primeras computadoras para uno de ellos. Por curiosidad y para no parecer
estúpido, empecé a aprender. Era el tiempo en que la computadora tenía
una banda magnética. Hace tiempo….
Entonces, esta es una situación que se tiene que tomar en
términos de una dimensión global y que al mismo tiempo trae problemas en
los detalles. Quisiera precisar un poco el tema de la sociedad del
espectáculo. Nuestra problemática pedagógica toca el tema de la sociedad
del espectáculo, de la falta de referencia a lo real. El desarrollo de lo
espectacular, del consumo de lo espectacular, con la desvalorización de
lo real, del referente existencial a través de lo espectacular colectivo,
de los rituales sociales espectaculares que nos ponen en una situación en
la que no se puede intercambiar sin entrar un mundo irreal, virtual, sin
gravedad sociológica o ética. En ese mundo espectacular falta el
principio de lo real, falta la densidad existencial y se encuentran
juegos gratuitos, sin consecuencias, sin responsabilidad, sin causalidad
real, sino psicológica, de evasión imaginaria. En el mundo real hay que
comprometerse, tenemos una implicación ética: yo no puedo matar a una
persona 'real', pero puedo matar a 50 personas 'virtuales' en un juego
multimedia en un minuto. ¡Y esos juegos son los que más se venden!
La implicación personal ética de la acción en el mundo real se
evacua en el mundo del espectáculo. En una presentación de las noticias
en la TV se pueden ver cosas horribles, como lo vemos cada día, sin que
nos hagan sufrir; tenemos una anestesia o falta de implicación: es un
espectáculo. La guerra de Irak, por ejemplo, se presenta como un juego
electrónico, un espectáculo, un ritual de cada noche en la pantalla sin
la intensidad de lo real, sin la resistencia de lo real. Es irreal,
vivimos más y más en un mundo irreal. Y lo que sucede en la realidad no
vale tanto como lo que se ve en la pantalla. ¡Lo real parece que es lo
que se ve en la pantalla de TV! Desde el punto de vista político: si no
se muestra en la pantalla de TV no importa, pero si se muestra en la
pantalla de TV se vuelve un problema político real, que requiere la
reacción de un gobierno. Así nos enfrentamos con un cambio muy
importante, se podría decir, de la ontología de lo real. Hay más densidad
ontológica en la pantalla que en la realidad. Lo mismo con lo digital, lo
digital está acelerando el proceso, está reforzando el proceso. Es por
eso que cada vez más y más todo espectáculo mediático es digital.
Con lo digital se puede manejar la imagen de manera increíble.
Además se puede desarrollar interactividad, fortaleciendo la idea de que
estamos en un juego. Y más que eso, es el conocimiento científico lo que
estamos desarrollando como objetivos digitales. El conocimiento
científico del mundo (de la biología, de la vida, de la materia, de la
astrofísica, de lo muy grande—o a mucha distancia—, como de lo muy
pequeño, en el campo de la tecnociencia) depende más y más de archivos
digitales. La ciencia depende totalmente hoy de las computadoras y de los
programas informáticos.
Todo lo que conocemos, lo que es importante en el campo de la
ciencia de hoy—nuestro conocimiento de la vida, de las galaxias, del
genoma humano—son archivos digitales. No vale nada si voy a observar el
cielo con mis ojos. Lo que puedo ver con mis ojos no significa ya más
nada en el campo científico, no se puede medir, no es posible
instrumentarlo, es vago, no vale sino como poesía. Lo que es importante es
un archivo, pero un archivo depende de un hardware
electrónico, de una programación digital, de un software que es un
lenguaje digital, depende de un algoritmo. Hoy más que nunca, lo
científico, el conocimiento, es lo que no puedo ver, ondas, frecuencias
ultravioletas o radio que no puedo ver con mis ojos pero que la
computadora puede ver y registrar. ¡Es lo invisible!
¡Lo divino hoy, lo invisible, es digital! ¡Y puedo
visualizarlo en mi pantalla! Pero lo que se visualiza depende de nuevo de
un software. El software es un lenguaje de modelización, no
es un lenguaje de observación. Es un lenguaje de construcción de una
imagen con códigos de colores, de visibilidad, de interpretación.
Cuando hablo de modelización e interpretación es lo mismo. Por
eso es que la modelización depende de la hipótesis, depende del
pensamiento científico. No depende más de la observación. Ya saben que
Einstein hace ya bastante tiempo dijo que a él no le importaba si se
confirmaba la relatividad con la observación. La relatividad es un
conocimiento científico de mucho valor. Se ha confirmado, pero él tenía
esta idea de que 'no me importa'. La física cuántica es también
exactamente eso, es una modelización, más o menos una fantasía con muchas
contradicciones posibles, pero que de una manera permite un tipo de
hipótesis para explicar qué es la física atómica. Pero desde otro aspecto
es completamente un caos de ideas, que no se puede mensurar, que no se
puede observar. Hoy la física no se puede observar. Podemos al
menos, eventualmente, descubrir una relación entre lo que calculemos y
los efectos de una experiencia. Es mínima. El resultado científico vale
lo que vale el poder instrumental que nos da. No vale como verdad.
Entonces estamos hoy no solamente en un mundo que no es real, en el cual
no nos preocupamos por la observación, sino que nos preocupamos por
modelizar, por construir un espectáculo digital, lo que significa una
selección, una demostración, una ideología… ¡Es una construcción social!
Con lo digital reencontramos, como una paradoja, la tradición del
utilitarismo filosófico anglosajón.
Cuando vemos imágenes de la guerra de Irak, lo que vemos es
controlado por el ejército de Estados Unidos. Las imágenes están
controladas de manera muy precisa porque la guerra también es un
espectáculo, una guerra de informaciones, y así lo hacen también los
terroristas. No solamente vivimos en una sociedad de la información, de
la información como entretenimiento, sino también en el campo de la
guerra. Estamos en un mundo en donde incluso la ciencia no observa más,
sino que se modeliza. Y a través de la modelización los políticos o
empresarios poderosos del mundo contemporáneo tienen un poder
instrumental muy importante.
Más aún, hoy existe un problema metafísico o de cosmogonía, de
imagen del mundo, que también es digital. Estamos pensando como si el
mundo fuera un algoritmo, un algoritmo con mucha complejidad, pero un
algoritmo que intentamos descifrar con herramientas informáticas. No
vivimos más con la idea de que el mundo es una providencia divina,
tampoco un organismo, o un mecanismo como un reloj suizo. Nuestra
cosmogonía de hoy se refiere a la idea de que el mundo es un algoritmo,
un sistema de información cibernética. Y esa idea se presenta como más
que una metáfora científica o filosófica, se presenta como LO real, con
prueba de su poder instrumental.
De hecho, la metáfora de hoy o la analogía de hoy es la de un
espectáculo, de una modelización y, en consecuencia, de una
post-creación, la de una invención humana del mundo, la de una creación
tecno-científica. Por eso es que si estoy haciendo una modelización, una
invención, estoy haciendo una creación de un mundo. Nosotros, los seres
humanos de hoy, somos los nuevos dioses del mundo.
No quiero hablar mucho más de ciencia, tenemos otras
cuestiones que tratar en esta conferencia de hoy, como las problemáticas
digitales de la educación. Pero esto nos ayuda a entender que el background
de todo esto es un cambio de cosmogonía, de la imagen del mundo, de
nuestra actitud en la interpretación del mundo. Lo digital es mucho más
que una tecnología de juego o de comercio electrónico, o de comunicación.
Es un problema ontológico. Y por eso tenemos que considerarlo en toda su
importancia decisiva también en la problemática de la reforma pedagógica.
No se puede considerar el problema de la educación solamente de manera
estrecha, sin tomar en cuenta que refleja esta situación. Y si se
considera el problema de la ciber-pedagogía, no debe faltar la visión del
cambio total.
Tenemos que considerar el pasaje de la cosmogonía moderna a
una cosmogonía postmoderna, con la crisis del modernismo que se ha
llamado el postmodernismo. Pero estamos ahora aun después de la crisis
del postmodernismo. Estamos después de la era de la filosofía crítica,
negativa, de deconstrucción, del nihilismo racionalista. Estamos en la
etapa de construcción de una nueva civilización, otra vez con un discurso
positivo, una nueva visión de esperanza, de nuevo con una utopía: estamos
en la utopía tecno-científica de la era digital.
Y por eso implícitamente muchos piensan que la educación
también tiene que volverse digital, así como la ciencia misma. La ciencia
está servida totalmente por computadoras, no hay más ciencia sin
computadoras y sin software informático, pero yo no podría decir
que pasa lo mismo con la educación, tenemos que resistir a la utopía
tecnológica en el campo de la educación. No podemos aceptar que con la
educación pase lo mismo como con la ciencia. Sería dramático que
estuviéramos en esta situación en que la educación estuviera sometida
totalmente a las computadoras y al software, pero normalmente es
lo que podríamos ver en el futuro. Con la misma resistencia crítica al
integrismo digital, lo que voy a decir es que tenemos que interrogarnos
sobre el abuso de la metáfora algorítmica en la ciencia.
El mundo, que antes ha sido un mecanismo de reloj suizo, un
organismo maternal, una providencia divina o un mundo mágico, ahora
podría ser entendido legítimamente como un algoritmo. Es, sin embargo,
otra cosa, aun cuando no seamos capaces de conceptualizarlo sin
metáforas. Tenemos que quedar en una posición crítica respecto del efecto
de moda o la invasión de lo digital tanto en el campo de la ciencia como
en el de la educación. Desconfío de todas esas metáforas ingenuas.
Tenemos que tomar distancia con la problemática. No vamos a
solucionar esos problemas filosóficos. Pero intentamos clarificar un poco
el análisis desde el punto de vista sociológico. Hablé de la
cosmogonía, hablamos de las estructuras sociales y de las estructuras
mentales. Como un sociólogo marxista voy a decir que las
cosmogonías, las estructuras de la imagen del mundo reflejan las
estructuras sociales. Además, debo decir que las estructuras mentales
también reflejan, como un piso alto al piso básico fundamental del que
depende todo, desde una visión marxista, a las estructuras sociales. Es
una visión que vale, aunque también depende de la biología de nuestro
cerebro, es decir, de la naturaleza. Pero un poco más adelante debemos
considerar esa reflexión en las dos direcciones, lo que implica una mayor
complejidad.
Hay una dialéctica, que es un concepto marxista, entre las
representaciones abstractas, las ideas y también las fantasías y el mundo
real. Las fantasías cambian el mundo real. Las ideas, las de Marx,
también cambian el mundo real. También el mundo real busca su
representación, se modeliza siguiendo las ideas. Quiero subrayar que hay
vínculos dialécticos muy importantes entre las estructuras sociales,
mentales y las cosmogonías.
Consideremos ahora el racionalismo, porque dependemos del
racionalismo en la era de la modernidad, el racionalismo nos ha
permitido escapar del oscurantismo, liberarnos de la magia, si no de dios
y de los monoteísmos. Nos ha permitido desarrollar la democracia individualista,
la lucidez, la libertad, el pensamiento crítico que vale muchísimo y que,
se puede decir, es el valor dominante de occidente. Pero sabemos hoy que
también hay límites en el racionalismo occidental. El mismo llevó a una
reducción de lo multisensorial, de la imaginación, de la fantasía, de lo
irracional, de la subjetividad. En nuestro tiempo se pudo encontrar, en
el campo científico mismo, que la racionalidad lineal, causal, reducida
en el modelo de Descartes no vale para analizar la complejidad de la
realidad.
Estamos en un momento donde la ciencia misma tiene que
desarrollar un pensamiento no lineal, un pensamiento discontinuo, un
pensamiento en arabesco, un pensamiento que asume el riesgo de abrazar la
complejidad y el caos del mundo. Lo que llamo el post-racionalismo. ¡Pero
cuidado! No digo que el post-racionalismo sea una negación del
racionalismo, un anti-racionalismo. No. Es el racionalismo que se siente
bastante fuerte para abrirse, tomando en cuenta la fenomenología del
buscador y el pensamiento en arabesco. El post-racionalismo toma el
riesgo de confrontarse con la complejidad y con el caos del mundo. Y por
esa razón tiene que sobrepasar la simplificación binaria, abusiva e
ingenua del socratismo o del cartesianismo. A puede hoy de nuevo ser B, o
C simultáneamente. Es lo que implica por ejemplo la física cuántica y el
principio de indeterminación de Heisenberg.
Pero la pedagogía, la educación tradicional, es un resultado
del éxito del racionalismo; la educación tradicional se dedica a enseñar
el racionalismo clásico. Y la nueva educación tiene que tomar en cuenta
la nueva ciencia, la dinámica transformada del conocimiento
post-racional. Entonces, la nueva o la ciber-pedagogía tiene que tomar en
cuenta, así como lo hace la ciencia, el pensamiento en arabesco, un
pensamiento que no es lineal, un vínculo que no es lineal. Por ejemplo,
si hablo de un hipertexto, los vínculos no son lineales, no son causales,
es algo como… sin causalidad. Hay mucho de azaroso, (buena o mala
suerte) también en los contactos que hacemos entre cosas que no
tienen coherencia. En la pantalla estoy como un canguro, saltando de un
ícono al otro. Tengo que establecer una relación entre dos cosas que no
tienen relación. Por error me voy de un ícono a otro que no tiene nada
que ver y voy a inventar una relación. Es lo que hace la ciencia. La
ciencia está en una situación siempre de hacer vínculos entre cosas de
las que no conoce la relación. ¡Y en ese campo podemos reconocer las
aptitudes de las nuevas generaciones!
Esta nueva flexibilidad en arabesco, de los links,
de los vínculos, se encuentra en el modelo de la navegación con Internet.
Por ejemplo, si estoy haciendo una investigación sobre un tema en
Internet, con Google, digamos sobre el tema de la energía,
saltando de un sitio a otro me encuentro finalmente en un sitio que habla
de la leche, y me interesa ver qué dice, y descubro que ese sitio trata
del erotismo de la vaca. Estoy haciendo un arabesco entre la energía, la
leche, y voy a hacer un descubrimiento: que el erotismo de la vaca ayuda
mucho a la producción de la leche, esto es lo que pasa con la
investigación on line y vale que mi búsqueda cree un vínculo entre
la energía y el erotismo. El próximo salto digital me conducirá a Wilhelm
Reich.
Muchas veces nos vamos afuera de lo que estamos buscando y
descubrimos algo que nos interesa más, inventamos una idea creativa a
partir de una relación del hipertexto digital. Es lo que se llama una episteme
de configuración, como la describe el sociólogo alemán Norbert Elias. El
sentido no se construye por causalidad directa o lineal, sino por
configuración o arabesco. Voy a intentar explicarlo. Tengo varias
cosas sobre la mesa. Hay una relación entre esos objetos que hay aquí,
pero esa relación no es por causalidad, sino debida a la convergencia
hacia un proyecto, se da por intencionalidad, la que también tiene una
coherencia, una significación que no se puede leer en los objetos, ni un
extranjero podría verla. Intento construir el sentido con algo que sería
del campo de la magia, de la imaginación o de una acción futura. Es
decir, una historia que dará un sentido a todas estas cosas que se
encuentran en una proximidad temporal o local. 'Inventar un sentido' es,
en cierta medida, lo que se presenta en el pensamiento de cada uno y lo
que se presenta en una ciber-pedagogía. Esta problemática es el
fundamento, no solamente de la nueva educación, sino también del arte
digital, ya sea multimedia o no. Esta problemática no significa una nueva
verdad, o una obligación o una solución.
Ustedes saben que por importante que me parezca el arte
digital, sigue fascinándome la pintura y la escultura. De la misma
manera, por evidente que sea el valor agregado o la metamorfosis de la
educación con la ciber-pedagogía, no he dejado hacer un elogio del
libro. No dejo de creer en la importancia del pensamiento
tradicional, junto con el libro. El libro es muy importante—en cada una
de las instituciones de educación y en la democracia—para desarrollar la
libertad mental crítica. Y de nuevo aceptaré la subjetividad, la libertad
de las emociones. El racionalismo clásico dice que las emociones no
valen. Un buscador que hace ciencia con sus emociones, con su
subjetividad, no entiende nada de las condiciones de la investigación del
método científico. Pero digamos que hoy el investigador tiene que
desarrollar sus propias tesis, tiene que tener imaginación
científica—ahora se habla de nuevo de imaginación científica—.
Imaginación significa que se libera de lo lineal, de la objetividad
artificial. Entonces hay muchos valores que llevan a escapar de la
reducción del racionalismo clásico.
Son dos tipos de estructuras mentales muy diferentes, el
problema no es oponerlas radicalmente. No podemos. El racionalismo, como
la pedagogía tradicional, vale muchísimo para defender los principios de
la libertad mental, nuestro poder de conceptualización. Incluso les diré
que la causalidad lineal vale muchísimo, que el libro vale muchísimo como
medio de educación. Pero al mismo tiempo me parece que tenemos la suerte
de contar con herramientas que nos permiten abrir la puerta a otras
experiencias que son más propias de la inteligencia emocional, de la
imaginación científica. Hemos aprendido de la fenomenología que no existe
ningún conocimiento de lo real sin intencionalidad, que no se puede
separar—como lo hizo el racionalismo clásico—el objeto del
investigador. El objeto y el investigador son una misma cosa. Así
podríamos decir que el profesor y el estudiante son inseparables. Que el
libro y lo digital se encuentran en nuestra nueva civilización y que se
complementan de manera espléndida. Esta es la nueva episteme que
encontramos.
Si me permiten voy a hablar un poco más de mi propia vida. He
tenido un problema toda mi vida y este es que me interesa tanto el arte
como la filosofía. Nunca acepté oponerlos. No hago tanto dinero con el
uno como con la otra... Bueno, ¡esa no fue mi decisión! Pero hay otros
aspectos comunes entre los dos. Los dos tratan acerca de nuestra imagen
del mundo, la cual necesitamos explorar y expresar. Intenté entonces
hacer las dos cosas, con las dos manos, si se puede decir, o con los dos
hemisferios del cerebro. ¡Sí! Como toda persona, tengo dos hemisferios.
¿Por qué voy a decir que una parte no vale nada, que es irracional, y que
la otra parte vale mucho? Sería una actitud muy extraña. ¿O es que no
funcionan juntos? ¿Acaso se oponen? No es verdad, yo tengo los dos
hemisferios, pero las instituciones, las universidades, no aceptan la
idea de una unidad en el cerebro. Entonces tenemos que decidir ir a la
escuela de Bellas Artes y no a aquellas en donde enseñan ciencia o
filosofía o educación. De la reducción cartesiana, de su simplificación
abusiva, de su oposición entre materia y espíritu, entre cuerpo y
alma, ha resultado un error de civilización muy grave, con efectos
perversos durables.
Yo siempre estuve entre dos instituciones, y mi decisión ha
sido muy incómoda, muy poco confortable para toda mi vida profesional.
Por ejemplo, sigo con una parte en mi país y con otra en otros países.
Inventé varias estrategias para permitirme continuar en esta situación,
sin tener debilidad en el campo del pensamiento conceptual, de la
sociología, de la filosofía. Durante el invierno trabajaba en París y
durante el verano me iba afuera, a Canadá o a América Latina a hacer mi
vida de artista. Fue un tiempo, el de mi carrera de arte sociológico, y
de performances en la calle o en los mass media, cuando
estaba en la Sorbona. Lo que sorprendía a alguno es que fuera artista:
'¿Cómo es posible que usted sea profesor de universidad?... No es un buen
artista, le falta imaginación, creatividad, pobreza'. Y, al
contrario, puede imaginarse lo que se dice en la universidad: '¿Cómo es
posible que pierda su tiempo con la pintura que es una cosa irracional?'.
En Québec hoy me consideran como uno de los fundadores de la
multimedia. ¡Si muestro mi pintura perdería toda mi dignidad o
credibilidad! Es una situación real que me hace muchas veces la vida
difícil. Por eso presento mis exposiciones de pintura en los museos de
América Latina, de Europa o de China. Pero, por supuesto, ha llegado para
mí el tiempo de asumirlo más públicamente tal como es, por la necesitad
que encuentro de hacerlo así, a contrasentido de las instituciones
sociales. Con el tiempo se ha reforzado en mí la convicción de que no se
deben separar la filosofía, la ciencia, la tecnología y el arte. Al
contrario, la transversalidad, o la configuración, las interdependencias,
se aceptan más, se admiten poco a poco y llaman a más complementariedad
entre los edificios del conocimiento. Y para mí ese hiper-conocimiento se
ha vuelto como una bandera de mi vida. Estoy más y más convencido de la
legitimidad de mi postura acrobática, le guste o no al rector de la
universidad o al director del museo o al crítico de arte. Le guste o no
le guste, tengo dos manos, dos hemisferios; tengo un laboratorio de
pensamiento filosófico, abstracto, un estudio de arte digital, y un
taller de pintura. Y navego entre los tres todo el tiempo.
Al mismo tiempo que escribo libros de filosofía estoy
pintando. Y descubro que con el lenguaje visual soy capaz de encontrar
nuevas ideas, manejar nuevas relaciones, que no voy a encontrar si
solamente estoy escribiendo un texto. Muchas ideas que están en mis
libros han venido con la situación de artista irracional que cultiva la
falta de linealidad, la falta de concepto, el azar de la mano, el
encuentro de los colores, las exigencias de la composición, del dibujo,
que tiene que resolver errores de pintura, tal como en los libros tengo
que forcejear con las contradicciones, con ideas sin salida, metáforas
paradójicas, impropiedades, ambientes demasiado líricos o negativos, o
dramáticos, o sujetivos, que son parte de la escritura de un ensayo.
Les voy a enseñar unas pinturas y la idea no es mostrar
mi pintura para que piensen si soy un buen o mal artista. Ese no es el
problema que me preocupa. Mi objetivo es que se vea la relación entre el
post-racionalismo mío, muy crítico, con mucha exigencia intelectual de
descubrir lo más pertinente, de descubrir las buenas relaciones, las
buenas palabras para ir adelante en el análisis de la problemática
digital, y la misma exigencia que hay en otro tipo de exploración, de
investigación y de creación que es la pintura tradicional, acrílica sobre
tela. Tenemos que intentar descubrir el vínculo entre los medios de la
educación (de investigación) clásicos y los medios de la educación
(investigación) digitales del mundo del mundo del espectáculo.
Estamos en una situación de crisis, entre un mundo pasado,
parcialmente desadaptado, y un mundo nuevo, digital, que se nos presenta
con mucha incertidumbre, pero tenemos que vivir hoy y disfrutarlo e
intentar atravesar sus turbulencias. Y no ver la crisis como una cosa
dramática, al contrario, la crisis siempre es una situación muy interesante
de cuestionamiento, de descubrimiento y de progreso. Yo creo en el
progreso. Creo en el progreso de la tecnología y de la condición femenina
en Occidente. Son dos cosas que no se pueden negar. El progreso de la
conciencia humana, de nuestra sabiduría humana colectiva, no es una ley
del mundo, es una voluntad que tenemos que desarrollar, no es como la
gravedad, no es un hecho que está en la evolución de la naturaleza, sino
que es una acción conjunta y coordinada de todos.
Les propongo considerar a la crisis como un momento
privilegiado para cuestionar a las costumbres, a los modelos, a los
valores del pasado. Eso nos ayudará mucho cuando estemos pensando en el
futuro, en los valores del futuro que tenemos que inventar. La visión,
las direcciones, la historia del futuro no están ya escritas. El mundo
del futuro no está programado. El mundo del futuro depende de nosotros en
la medida en que tenemos que inventarlo. Será una creación de la
naturaleza y de la especie humana (que es parte de la naturaleza).
Entonces no hay ninguna fatalidad, pero hay fuerzas presentes,
hay costumbres, hay intereses, el instinto de poder, exigencias éticas,
etc. Tenemos que ser creativos y pro-activos en inventar el futuro;
seguir los valores que respetamos y construir el mundo del futuro con una
visión de progreso colectivo. Construir el mundo del futuro no significa
correr adelante ciegamente, no significa consumir el tiempo vertical de
hoy como un café, y esperar una buena meteorología política para mañana.
Antes de correr, tenemos que pensar, elegir direcciones, decidir adónde
vamos. Tenemos que detener el tiempo. No correr sin ver adónde, como lo
hacemos. Tampoco disfrutar del tiempo vertical con cinismo o hedonismo,
sin preocupación por el futuro. No se trata de navegar y seguir el flujo
de todas las informaciones con un sentido de impotencia pasiva. Tenemos
que escapar de la alienación del tiempo acelerado, quedarnos al lado del
flujo e interrogar adónde queremos ir, y con qué objetivos.
Eso no es lo que hace la gente, la gente está intentando
sobrevivir en todos los flujos de todos los aspectos y están viviendo en
un tiempo vertical un poco trágico, con la idea de que todo eso terminará
mal, con una catástrofe final inevitable. Yo no pienso eso. No soy
nihilista, sino voluntarista. Necesitamos interrogarnos para inventar el
futuro Y por eso necesitamos guardar memoria del pasado. Pero vamos a ver
un poco de arte.
Primera pintura. 'Meditación sobre
la evolución de la sabiduría humana', el choque demográfico y el
crecimiento del poder tecnológico en manos del ser humano, desde el
hombre de Cro Magnon hasta George W. Bush (tela de gran tamaño, pintura
acrílica). Estamos en 2005. Se ve que la sabiduría humana no ha
progresado desde el hombre de Cro Magnon hasta Geoge W. Bush. La línea de
evolución se mantiene muy baja, eventualmente con varios
retrocesos. El choque demográfico se vuelve vertical en el siglo XX, de dos
mil millones de habitantes hasta seis mil millones y medio hoy. Pero
dicen los especialistas que se va limitar a ocho y medio y va a volver al
nivel actual con el progreso. Entonces se controla el choque demográfico.
La evolución del poder instrumental crece verticalmente en el siglo XX
con la industrialización, con la electricidad, con lo digital y conoce
una aceleración exponencial. Sale del cuadro y parece que nunca va a
caer. Entonces el ángulo entre la evolución de nuestra sabiduría y
el progreso de la tecnociencia crece y amenaza nuestro futuro. No podemos
decir que vamos a controlar nuestro poder digital. Vivimos de manera más
y más peligrosa. Encontramos un riesgo más y más grande, y tenemos que
lograr urgentemente un progreso de nuestro cerebro para no perder el
control sobre nuestro poder instrumental. Se trata de concientización,
¡de educación! Es una idea muy importante para
entender lo que pasa hoy, en qué mundo vivimos, qué tenemos que hacer.
Segunda pintura. Trata de la
temática de los códigos de barras que se encuentran hoy en el consumo. Es
mi 'Autorretrato', mi identidad por código de barras. También nosotros
somos considerados por las estadísticas, por los estados, por las
policías, con una identidad digital, y por las empresas de producción
como consumidores electrónicos, como partes de la sociedad de consumo más
que como seres humanos libres. Así también nuestras emociones, nuestros
sueños, nuestros pensamientos se pueden identificar con códigos de barras
en una sociedad de masas, de clase media y de manejo cibernético. Como un
símbolo de nuestro tiempo presento una metamorfosis de un ícono religioso
muy famoso: la Virgen con el Niño. Si se piensa en los mil millones de
seres humanos, si se considera China, India, etc, las sociedades se
manejan de manera cibernética, y los individuos se identifican como
paquetes de fideos en el mercado.
Tercera pintura. Mi 'Autorretrato'
como una red digital. Lo que significa esto, es que no soy una persona
cerrada, como dice Leibniz, como una mónada con sus paredes y su mundo
interno. Mi identidad, también mi pensamiento, mi afectividad, mis
emociones están en un punto de intersección entre varias informaciones,
varios parámetros del mundo donde vivo, es el encuentro de una
subjetividad, una información financiera, una información de salud,
funciones sociales como de artista, de filósofo, de amante, de padre de
elector político, etc. Mi identidad es una red. Mi
identidad es una configuración, un campo de intersecciones. Así se
construye mi conciencia, atravesada por muchos parámetros. Este
autorretrato incluye una inter-afectividad de los parámetros afectivos
que me condicionan, así como los de la sociedad. Es mucho más que decirlo
en dos líneas, es una manera de proponerse una meditación sobre qué es mi
estructura individual personal.
Cuarta pintura. 'Identidad por ADN'. El problema
de nuestra identidad digital se trata también con el ADN de cada persona.
El lenguaje del genoma no es un código binario como 0-1, pero es de
cuatro letras: a, g, t, c. Pero es un código de la informática, y
nuestra identidad bioinformática es un archivo digital. La biología de
hoy desarrolla un análisis del genoma humano que se reduce—al menos la
estructura de base—a un código de cuatro letras y con la combinación de
cuatro letras se puede diseñar a cada una de las personas. Es un lenguaje
muy reducido pero la combinación es infinita, es otra manera de
identificar a una persona, una manera muy segura. Así también pienso que
en el futuro es una identificación que todos vamos a tener en los bancos
de datos del gobierno, de los seguros, del Big Brother. Así se
transforma ahora la idea del siglo XIX de nuestra identidad profunda y
misteriosa, de una fortaleza impenetrable, subjetiva e inconsciente en un
código de ADN o de barras muy manejable. En el nuevo mundo donde vivimos,
los nuevos desafíos que tenemos que pensar, analizar, que tenemos que
enseñar a las nuevas generaciones, edifican y necesitan una nueva visión,
una teoría alternativa, para crear una toma de conciencia muy importante
para la democracia, para la concientización. Y esta es la contribución
que mis pinturas brindan a las cuestiones importantes, además de un
tratamiento muy agradable, estético, con colores y como un juego.
Parece una partitura alegre de piano de cuatro notas, el Piano ADN—pero
podría ser terrible ¡si se piensa en los que pueden manejar la
partitura!
Quinta pintura. Aquí es la 'Meteorología de Wall
Street'. Un día, el 15 de octubre de 2000, es la meteorología que se
encuentra en el Wall Street Journal, cómo va el up and down
de varias empresas. Es una manera de pintura filosófica, de
cuestionamiento del mundo en que vivimos: los íconos de hoy, del mundo
financiero, del mundo digital, del mundo de clase media en los países
ricos y de la desigualdad global entre el norte y el sur. Otro aspecto
del mundo de hoy son los trámites financieros, el dios Dinero, el cual
también es más y más electrónico en todos sus aspectos. En ese mundo
financiero, la meteorología ya no trata más acerca de la lluvia, de la
temperatura, sino de la bolsa. 'Buena temperatura' de la bolsa que
aumenta, o 'mala temperatura' del dinero que pierde su valor. En
Argentina saben mucho acerca de cómo va el dólar, cómo van las
inversiones… Vivimos más y más en el mundo financiero. La meteorología
natural la podemos aceptar, podemos ponernos un impermeable, un paraguas
o quedarnos bajo techo; pero de la meteorología financiera es mucho más
difícil escapar. Es un drama para muchos países, para muchas personas.
Cuando las acciones de las empresas van por las nubes, el mundo canta.
Pero cuando bajan al infierno, eso significa crisis y pobreza. El mundo
depende de las variaciones de la bolsa de Tokio, de Londres, de Nueva
York, etc. Se podría decir que es la nueva religión o que vivimos hoy en
una naturaleza financiera globalizada. En mis pinturas se encuentran
variaciones de bolsa de empresas que tomé del Wall Street Journal,
son cada una de una empresa el mismo día en el Wall Street Journal.
Es un mundo que parece agradable, como un juego infantil, pero en
realidad es un mundo muy duro. Los financistas hacen un juego con nuestro
dinero que es de mucha responsabilidad humana pero ellos tienen el placer
del juego y manejan el conocimiento iniciático para ganar, y nosotros les
damos nuestro dinero con la ilusión de poder ganar también dinero, pero
dependemos totalmente del juego cínico de los financistas, a los que
enriquecemos con gran candidez. El juego es una estafa continua con
colores brillantes. Esta pintura expresa el valor de la evolución de las
acciones de las empresas en la Bolsa en diez años. Si se toman los
valores de las 500 empresas más ricas del mundo, que están en los países mas
ricos, y de los países mas pobres, y el valor medio en el punto 100, se
ve que en diez años se amplía cada vez más la diferencia entre los ricos
y los pobres. Esa desigualdad se refuerza siempre, parece como el destino
en nuestro mundo de globalización. La pintura puede aparecer muy alegre,
muy decorativa, pero dice una verdad escandalosa. Atrae para decirlo.
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